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De Teotihuacán a La Villa: una cita con deidades y bondades.

Noviembre 2015

Conoce un poco más de Teotihuacán así como de Basílica de Guadalupe en la Villa.

El encuentro con la divinidad y sus distintos rostros, ya sea en representaciones de jaguares, serpientes o en la Virgen de Guadalupe, también se expresa en un trayecto que, de inicio a fin, no desdeña sorpresas e interesantes encuentros: desde arquitectónicos, artesanales, gastronómicos y hasta climáticos.

Llegar a lo que fuera-La ciudad más grande de Mesoamérica-ubicada en los límites del Estado de México y a casi 50 kilómetros del Distrito Federal, nos hace tomar la carretera México –Pachuca, seguida de un particular complejo urbano. Así, lejos de amedrentarnos por el tráfico de la zona o el augurio de la inesperada bendición de Tláloc1, Iván, nuestro guía, ilustraba el trayecto con curiosos referentes del paisaje.

Sin percatarnos, llegamos así al Valle de Teotihuacán, o bien, a-la ciudad donde los hombres se convierten en dioses-,nombre náhuatl otorgado por mexicas y aztecas. Inmediatamente, divisamos la extensa Calzada de los Muertos, un eje de más de 3 kilómetros de largo, donde se erigen las edificaciones más representativas, entre éstas: la pirámide de la Luna en dirección norte; al oriente, la del Sol, de 225 metros por lado y una impresionante altura de 63 metros; y en el sur, La Ciudadela, con el templo de Quetzalcóatl.

Para darnos una idea de lo que fue Teotihuacán, el INAH2 refiere que sus primeros residentes, aun desconocidos, llegaron hace casi 2,400 años y que durante su apogeo, entre los años 450 al 650 d.C., albergaba una población estimada de 175,000 habitantes distribuidos en 23 km2. En su declive, ya por los años 700 a 750 d.C., fueron los aztecas y mexicas quienes descubrieron, admirados, la ciudad abandonada y reocuparon el área.

Para seguir con el tema de su desarrollo, Iván nos indica que las superficies de gran parte de las edificaciones fueron constantemente renovadas, pues las originarias eran principalmente de adobe y, gradualmente, recubiertas con estuco y piedra.

Una vez en la Ciudadela, una plaza de 225 metros por lado, curiosamente el mismo perímetro de la Pirámide del Sol, caminamos hacia al templo de Quetzalcóatl, también conocido como el de la Serpiente Emplumada. Su diseño, dice Iván, ejemplifica el gran símbolo arquitectónico de Teotihuacán, que se le denomina tablero-talud e indica un proceso de construcción a manera de plataformas continuas sobre muros inclinados.

En sus taludes no dejan de resaltar espléndidos relieves de cuerpos de serpientes, mismas que presentan cabezas con forma de felinos. Así, todo en su conjunto flota entre conchas y caracoles que dicen recrean el mito de la creación del tiempo,en donde el dios Quetzalcóatl prescribe las acciones del hombre, otorga bienes y crea la organización calendárica.

Un poco de mezcal y otros deleites pa´ reunir fuerzas.

Antes de subir las colosales pirámides del Sol y la Luna regresamos a la van turística para degustar de unos buenos mezcales, pulques y tequilas, además de disfrutar de la hermosa artesanía en obsidiana y plata que procesa una interesante cooperativa conformada por 58 familias de la región.

Uno de sus comerciantes nos muestra las múltiples bondades del maguey, mientras explica cómo sus fibras, llamadas ixtles, eran utilizadas por los antiguos para fabricar textiles o sogas capaces de soportar las toneladas de piedras que conformarían sus templos. De ésta misma planta obtenían el mixiote, que era utilizado bien sea como papel o para preparar el delicioso platillo gastronómico que recibe el mismo nombre.

Una vez extraído el corazón de esta planta, que pertenece a la familia de los agaves, a sus 8 años de maduración produce el famoso aguamiel. Las antiguas culturas, según el artesano, depositaban dicho líquido en una barrica de madera y ya fermentado alcanza 4 grados de alcohol para obtener así el pulque. Es igualmente de su núcleo como adquirían una aguja para tejer o curar, pues contiene una sustancia con propiedades cicatrizantes y desinflamantes.

Los tintes de origen natural tenían un papel central para la elaboración de prendas o pinturas prehispánicas. Así, con plantas como el Geranio o el Chicalote, nos sorprenden con una interesante demostración de sus colores. A modo de mantener estas ricas tradiciones, aún con todos los desafíos que representan las nuevas tecnologías, muchos artesanos rescatan la calidad de su trabajo al seguir utilizando fibras y teñidos naturales.

Piedra contra piedra

No menos importante fue la obsidiana o lava volcánica petrificada, que durante el periodo prehispánico servía para elaborar herramientas y objetos ornamentales, como cuchillos y máscaras. Sin presencia de metales, utilizaban este tipo de elementos para comerciar, construir o reverenciar sus creencias. En Teotihuacán, de forma particular, este monolito presenta 5 diferentes colores, nos menciona el artesano, y su producción fue y es la base económica de la región.

Cabe apuntar que dicha cooperativa trabaja también la plata, con ley .925, es decir, que se le adhiere cobre. Desde pulir hasta fundir, realizan diseños particularmente aztecas y su especialidad es la plata boleada, que incluye cientos de piezas para elaborar suntuosos collares, pulseras y aretes. Así, después de este venturoso intermedio, estamos listos para las pirámides y el dios de la lluvia.

Llegar a la cúspide y seguir subiendo

Empapados de ánimo, nos encontramos en el Complejo de Quetzapapálotl, que se piensa fue un espacio residencial para la élite de Tenochtitlan. Por sus columnas talladas, que enmarcan el patio y representan desde quetzales y lechuzas,recibe el nombre de- mariposa sagrada-.

Su reconstrucción, que se remonta a la década de los 60´s, estuvo bajo la dirección del arqueólogo Jorge Acosta. Se cree, por la cerámica encontrada en el sitio, que fue edificada entre el periodo 450- 650 d.C.

Es también en salas aledañas donde localizamos restos de pintura mural con representaciones de jaguares que ostentan hileras de conchas marinas y soplan caracoles. Con sus penachos, dichos felinos son enmarcados con símbolos alusivos al dios del agua, Tláloc. De ahí que este sitio, muy próximo a la Plaza de La Pirámide de la Luna, sea llamado - Palacio de los Jaguares”.

Es en la segunda pirámide más grande de Teotihuacán, el templo de la Luna, donde se encuentra la mejor panorámica de todo el complejo arquitectónico de Teotihuacán, y cuya construcción es un proceso que se divide en varias fases comprendidas entre los años 100 d.C al 600-650 d.C.

Ahora nos ubicamos entre las faldas de la pirámide de la luna y el sol, e Iván nos señala que los cerros aledaños se mimetizan misteriosamente con ambos monumentos. Asombrados, nos disponemos a subir los 238 escalones que conforman el monumento del Sol, cuya edificación data de los años 1-150 d.C. Cabe recordar que los aztecas la encontraron siglos después, por lo que las causas que llevaron a su edificación aún son motivo de investigación.

Una vez en la cima del Sol, como recompensa,obtenemos una enriquecedora perspectiva de todo el Valle,que está rodeado por el Cerro Gordo al norte y por la Sierra.Una vez en la cima del Sol, como recompensa, obtenemos una enriquecedora perspectiva de todo el Valle, que está rodeado por el Cerro Gordo al norte y por la Sierra del Patlachique al sur.

Así, bien puede apreciarse no sólo el templo de la Luna, sino también extensas nopaleras y árboles como el pirul.

Más adelante, brincamos a uno de los restaurantes locales, donde se puede disfrutar de los platillos más típicos del país, ofrecidos a manera de buffet o la carta. Ya satisfechos, nos aproximamos a nuestra última parada, la Basílica de Guadalupe, una de los santuarios más emblemáticos y visitados en México por su historia y arquitectura.

Rumbo a la morena

En México, la fe católica tiene un fuerte arraigo cultural desde su época colonial (1521-1810), y la devoción a la Virgen de Guadalupe, la más reverenciada en el país, comienza en 1531. En dicho año, la tradición refiere que un indígena de origen chichimeca, Juan Diego Cuauhtlatoatzin, presenció a la Virgen en el Cerro del Tepeyac, ubicado en lo que ahora es el norte del Distrito Federal. Ahí le encomendó visitar al obispo, fray Juan de Zumárraga, para que erigiera un templo.

Ante el escepticismo del sacerdote, Juan Diego recibió más apariciones y, en una de éstas, ella le solicitó repetir la tarea, pero esta vez portaría unas rosas. Envueltas en su manto, el indígena las descubrió ante al clérigo y, para sorpresa de ambos, la imagen de la Virgen se plasmó milagrosamente en la túnica.

Así, el primer templo en honor a la Guadalupana, como le llamarían más adelante, no espero mucho tiempo y fue edificado en lo que actualmente es el barrio de la Villa. Aquí encontramos un conjunto de iglesias y monumentos localizados en las faldas del Cerro de Tepeyac, entre éstas: La Capilla de Indios, Capilla del Cerrito, el Antiguo Convento de Las Capuchinas, el Templo expiatorio a Cristo Rey (Antigua Basílica de Guadalupe) y la Nueva Basílica de Guadalupe, donde hoy en día es resguardada la famosa imagen.

Esta última iglesia, construida en 1974, fue pensada para los millones de fieles que recibe cada año la Virgen, ya que cuenta con varios accesos y permite una mejor apreciación de la misma. Aunque algunos historiadores la conciben como instrumento de evangelización, evidentemente, la fe que despierta es el móvil de las más impresionantes peregrinaciones, especialmente el 12 de diciembre, día de su conmemoración.

Y así termina nuestro celestial recorrido, que nos ha permitido conocer en un mismo día la caras más ilustrativas de los dioses, en escenarios que van desde monumentales vestigios prehispánicos hasta el templo colonial más representativo en México. Indiscutiblemente, una excelente oportunidad para explorar interesantes herencias y acomodos culturales en nuestro país. Los invitamos, sin mayores preámbulos, a disfrutar de esta experiencia junto a Wayak.

Escrito por Iraíz Chilanga.

 

1 Aludido al dios del rayo, de la lluvia y los terremotos.

2 Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)

 

 

 

Ciudad de México

Wayak ofrece experiencias únicas en México para viajeros mexicanos y extranjeros por igual.

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